CRÍTICAS

Pinturas

Lo que percibí a primer vistazo en los trabajos de Zélia fue un instinto seguro en la elección de los colores. Muchos de sus cuadros revelan, en este dominio, un gusto apurado, lo que no es común en la pintura brasileña. Algunos de los retratos de niños luego se imponen como los mejores trabajos de la exposición. Es difícil bien pintar esta especie de retratos. Requiere del artista calidades especiales de paciencia, además de los indispensables requisiciones que el género exige.

Antonio Bento

1ª Exposición Individual de Pintura – 1946

Esta pintora ajena enteramente a la política de grupos en que se dividen los artistas brasileños, es un valor positivo del modernismo brasileño. Tiene el sentido del color y sabe componer con seguridad y facilidad. Conoce a su vez el secreto de transformar el retrato en pintura, haciendo con que el cuadro representando una chica sea visto antes que todo por sus valores pictóricos.

Antonio Bento

Diário Carioca — “O Salão de 1947” – 21-12-1947

Sus composiciones han ganado extraordinariamente del año pasado para este; su dibujo ya osado en la primera exhibición se ha desarrollado plenamente, alcanzando un sentido constructivo y de volumen de gran nobleza. No hay elementos superfluos en ellos. Son formas rigurosas, de grandes líneas donde a veces curvas casi violentas fuerzan una composición… La lección de Matisse y de Braque está presente en su manera pero no se exterioriza en sus pantallas. Lo que ella hace no lo saca de nadie. Es suyo… Se trata de una personalidad satisfecha de si misma. Ese contentamente es transparente en todo lo que pinta y le da secreto de las formas bellas, saludables, alegres y decorativas.

Mario Pedrosa

Correio da Manhã, 13 de agosto, 1948

Zélia Salgado es una artista que ocupa un lugar importante en la historia del arte brasileño. Cuando vi el conjunto de su obra, me quedé profundamente impresionado por la coherencia total existente entre la pintura y la escultura que ella hace.

Después de estudios de formación en la Escuela Nacional de Bellas Artes, inició un camino de luchas cuyo objetivo principal era llegar a un resultado que ella considerase creativo, sin que, para tal, tuviese que hacer concesiones. Alió a este objetivo un deseo firme de no caer en una receta académica de producir arte. Luchó para seguir este camino que se trazó, pasando por modificaciones, lo que forma la propia esencia de su búsqueda. Pero estos cambios no han significado la pérdida de su personalidad o de su carácter.

Su fase impresionista es de un bello colorido y la seguridad de sus composiciones son una constante en su obra.

En sus pinturas de 1952-53 se siente fuerte el deseo de romper com este período anterior, buscando medios más subjetivos de se expresar. Pero los elementos del medio alrededor están siempre presentes: el mar, el paisaje de Rio, la luminosidad peculiar de esta ciudad.

Su pintura, íntimamente identificada com su trabajo escultorico en términos de solución plástica, presenta composiciones en que se afirma un profundo sentido de equilibrio cromático.

En la escultura, logra fuertes expresiones, en que lo sutil de las superficies y las secuencias de planos individualizan volúmenes muy personales. En su dibujo utiliza el trazo como una limitación sutil de las formas para afirmar su deseo de síntesis.

Complementando y coronando todas estas calidades, se evidencia una constante preocupación en no caer en una especia de fórmula, de receta fácil, que sería una imitación de si misma. Por lo contrario, Zélia busca imprimir una cuña personal a su obra, por las soluciones intrínsecas y no por una repetición de algo que ya resultó cierto, por lo tanto, una búsqueda de nuevas soluciones.

Lastimo que Zélia Salgado no haya sido reconocida por la crítica, em su verdadero valor. Muchas veces ocupados com el modismo que dominan ciertos períodos, los críticos no penetran suficientemente en la esencia de ciertas expresiones artísticas. Por lo tanto, una análisis del conjunto de la obra de Zélia Salgado hace aflorar inevitablemente la expresión de una artista que eligió la clareza y honestidad de propósito como herramientas de un trabajo que resulta sumamente importante y definitivo en el contexto de la producción artística em Brasil.

Roberto Burle Marx

Rio de Janeiro 22/03/1988

Esculturas

La pintura le ha servido de mediación para llegar a este dialogo final com la piedra que tal vez sea ahora, entre otros materiales, aluminio, bronce, hierro, aquél de su íntima predilección. Ella logra en la piedra una contención en la concepción y forma merecedora de apuntes. Con la muestra que ahora nos presenta, se ve que la artista es dueña de sus medios, saber para adonde va, y trabaja, resultando de este trabajo, no raras veces, cosas preciosas y que nos encantan.

Mário Pedrosa

Museo de Arte Moderna de São Paulo, 1956

Estas alternativas estáticas y dinámicas, livianas y pesadas, antropomórficas y geométricas si no indican en Zélia Salgado una índole sintética de planos y volúmenes, en compensación exteriorizan su virtuosismo que se reafirma en elaboraciones analíticas, de pleno dominio de la materia que ella transfigura insaciablemente.

Habitat

Agosto de 1956

La exposición de la escultora Zélia Salgado constituye un relevante acontecimiento artístico en este final de año.

Zélia Salgado es principalmente una artista de formación seria, de serio desarrollo, de seria participación en el arte brasileña. Hoy, lo que ella nos presenta es la maturidad enteramente realizada. Esta escultura expresiva, expresionista, se ha modelado en referencias sugestivas que van naciendo de la visualización y de las manos de la artista y quedan sorprendidas de narrar su creación y nos demuestran su ser.

La escultora sintetiza, lleva las líneas y formas, su temblor y su serenidad hasta un límite de tensión, las destina entonces a ser lo que son. Estas pequeñas obras de arte en que la luz multiplica las polivalencias inspiradas. Y es como que cada cosa autónoma que estas piezas admirables aman ser vistas, circuladas, visitadas.

En esta falta de teatralidad, en este poco amor a la retórica, en esta separación que sin embargo jamás alcanza la falta de sentido – en este sentimiento de respeto y de entendimiento de la forma creada, encontramos sus trazos predominantes – y finalizamos – saludándola, en la creadora moderna que es, la sabiduría con que supo unir el actual al clásico, y sin dramaticidad, extraer la dulce melodía de las cosas.

Lúcio Cardoso

MAM de Rio de Janeiro, 1960

En este nuevo terreno, abandonado el volumen en favor de las superficies metálicas que recortan el espacio, viene Zélia descubriendo nuevos recursos que está utilizando de manera muy personal: sus composiciones, a pesar de abstractas y tendiendo a un esquematismo, huyen a la rigidez geométrica para fundar su equilibrio por sobre el sentido rítmico, adquiriendo de esa forma la vibración y la estabilidad de lo que es vivo.

Vera Pacheco Jordão

MAM de Rio de Janeiro, Diario O Globo, 1960

Partiendo desde la forma cerrada, más síntesis, y en ella menos accidentes, pero asimismo una palpitación, Zélia Salgado llega con decisión y poesía de formas abiertas. La exposición nos ofrece entonces vasto material comparativo y destinado a evaluaciones mayores del sueño de la escultora.

Geraldo Ferraz

Diario O Estado de São Paulo, 1966

Pre establecimiento, Zélia lo encontró en estas obras: el sentido de adecuación. Basta mirar, por ejemplo, el intuitivo acierto com que limita sus formatos, íntimos y pequeños, sin com esto disminuirles la monumentalidad de los movimientos, las proporciones internas entre detalles y todo, entre los ritmos individuales de cada corte y los ritmos amplios que permean la obra – no podrían ser distintos. Ni podría ser distinta la actual materia que ella encontró y en la cual incorpora la forma expresiva: el bronce.

Nueva es únicamente la síntesis en que forma y materia ahora se entremezclan y se sostienen, traduciendo por su ordenación plástica una carga múltiple de experiencias sensuales e intelectuales, emocionales y espirituales al mismo tiempo. Esta síntesis, la vemos como señal de una maturidad que viene establecer para la artista y su nueva obra nuevas condiciones de libertad.

Ella se ha encontrado sin perder nada de sus búsquedas anteriores, ella las sintetiza todas y las cristaliza para un punto que representa llegada y nueva partida al mismo tiempo. Sólo me queda abrazarla.

 Fayga Ostrower

IAB, 1966

Lo que Fayga quiere señalar en la escultura de Zélia Salgado es que esta llegó a una entera apropiación del bronce, material preferido en sus esculturas. Estas son de pequeño bulto, pero esto no les saca su fuerza expresiva. Hay en ellas, siempre, un élan, un impulso que busca significarse lo que le permite que sean, simultáneamente, representativas y no figurativas. La figura que de ellas nace no tiene liga con modelos predeterminados, es la figuración de un gesto, de un estado de espíritu, de un anhelo, y eso viene traducido en sus títulos: arrogancia, serenidad, barroco, ascensión, súplica y almas de pájaros.

Es en esta capacidad de transformar el duro metal en instrumento dúctil de comunicación, conformándose las sutilidades del pensamiento, a los matices del sentimiento, que se identifica la creación artística. Las piezas que Zélia Salgado está exponiendo, muestran como la libertad formal, al revés de conducir necesariamente a un exotismo hermético, puede servir a las exigencias de un lenguaje que viene ampliando el terreno de la comunicación entre el escultor y el público.

A.P. d’Horta, 1966

Quien quiera tener una noción de la escultura brasileña en estos treinta años, puede y debe también tomar como puntos iniciales de ubicación las participaciones de la paulista Zélia Salgado en las Bienales de 50, 51, 53, 55 e 57. Constan entonces en su contribución personal, el arte brasileño, ya ahora aquellos mejores atributos plásticos que, a través de intenso virtuosismo y rica inspiración, caracterizan su maturidad. Zélia Salgado se muestra así “ipso facto”, una artista completa. No solo por dominar con sus utensilios y con su gusto apurado distintos materiales; pero principalmente por los transfigurar.

José Geraldo Vieira

Diario Folha de São Paulo, 13 de Diciembre de 1966