Abstraccionismo Informal

Zélia Salgado buscó desarrollar una línea propia en la escultura y pintura, sin fijarse mucho en movimientos, escuelas o tendencias. Por un lado no necesitaba del arte para sobrevivir, por estar casada con el hacendado y exportador Paulino Salgado, de quien toma el apellido. Por el otro, ya desde muy corta edad demostró que seguiría un camino independiente, “pagando un precio alto”, al enrolarse en la Escuela Nacional de Bellas Artes en los años 1920.

Al presidir en los años 1950 la Sección Nacional de Artes por la Unesco, a Zélia se la identificó, en los terrenos de la escultura, con el Abstraccionismo Informal brasileño; siempre dialogando con sus contemporáneos y delimitando un espacio propio, e influenciando a nuevas generaciones, y manera muy particular a su alumna Lygia Clark (Belo Horizonte, 1920 – Rio de Janeiro, 1988).

Zélia fue fundadora también de la Asociación de Artistas Plásticos Contemporáneos (ARCO), junto con Anna Letycia, Fernando Pamplona y el escultor Bruno Giorgi. Según la grabadora Fayga Ostrower, Zélia “obtiene una carga múltiple de experiencias sensuales e intelectuales, emocionales y espirituales al mismo tiempo”.

En este Eslabón, el entonces director del MNBA en 2004, Paulo Herkenhoff, destaca el papel de su obra en el marco del Abstraccionismo Informal, y su relación con otros escultores. Zélia cuenta cuáles fueron sus objetivos en el Arte, hasta dónde quiso llegar, y diversos eslabones externos que aclaran el contexto artístico en donde se desenvolvió.